La lavanda o espliego (Lavandula angustifolia)
es una de las plantas más preciadas, debido a su aplicación en perfumería,
cosmética, aromaterapia y medicina. Por ello es apodada como “el oro
azul”. Se utilizan ambos nombres, aunque la diferencia entre espliego y lavanda
es que el espliego se refiere a la variedad natural o salvaje, mientras que la
lavanda es la cultivada.
- Etimología
Su nombre proviene del latín
“lavare” (lavar), ya que era utilizada con fines cosméticos.
- Descripción
Es un arbusto de tallo leñoso y muy
ramificado, cubierto con hojas alargadas y estrechas de espiga,
terminadas en punta de lanza. Las flores se disponen en la extremidad del
tallo, y son de color morado o violáceo con reflejos azulados, y desprenden un
aroma intenso y agradable. Es muy aromático, y de sus flores se extrae un
aceite esencial de aplicación en perfumería.
- Hábitat
Es una planta originaria de la cuenca
del mediterráneo, aunque también es muy frecuente encontrarla en el noroeste de
la India. Aparece de forma espontánea en lugares secos y soleados, desde el
litoral de montaña, laderas, collados pedregosos, hasta jardines
rústicos. A pesar de ello, resiste las heladas y no le perjudica la humedad.
- Usos
Desde tiempos remotos se ha usado la
esencia de sus flores para la fabricación de lociones y perfumes,
aunque fueron los romanos quienes lo introdujeron en Europa, pues se dice
que lo usaban en sus baños y también acostumbraban a llevar un ramito
entre sus ropas para ahuyentar a los insectos. En efecto, su aroma es muy
agradable para los humanos, pero es rechazado por muchos insectos, por lo que
es muy recomendable tener macetas de lavanda en casa. El aceite de lavanda es
también muy útil para mitigar las molestias de las picaduras de insectos.
Su composición química es la
siguiente: aceite esencial que contiene acetato de linalino, geraniol y
borneol. El lanilol tiene propiedades energizantes y los taninos son
útiles como antisépticos, cicatrizantes, antioxidantes y protectores de la piel.
El componente principal de la
Lavanda es el aceite esencial, que contiene alcoholes terpénicos (linalol,
geraniol y borneol) y sus esteres, entre otras muchas sustancias, responsables
de sus propiedades sedantes del sistema nervioso central, hipotensoras,
antiinfecciosas y bactericidas.
Además de su aplicación en
perfumería, la lavanda es conocida como un remedio eficaz para calmar los
nervios. Se utiliza principalmente para el insomnio, el nerviosismo, la
depresión, ansiedad e irritabilidad. Se trata de un sedante suave, utilizado
externamente en forma de baños y compresas en casos de estrés e insomnio. Es
muy eficaz contra los dolores de cabeza, sobre todo los ocasionados por el
estrés y actúa como tónico del sistema nervioso cuando hay debilidad,
agotamiento, mareos. Es excelente contra la hipertensión y palpitaciones
de origen nervioso, taquicardia, estados de neurastenia.
Por su acción calmante, antiséptica
y cicatrizante, se aplica en baños y compresas para tratar de aliviar el
reumatismo y todas las enfermedades caracterizadas por dolores erráticos,
articulares, musculares o de los huesos, y también en contusiones o esguinces.
Es un excelente antiinflamatorio. El alcohol de Lavanda puede ser utilizado
para dar fricciones y así calmar tensiones musculares, y activar la circulación.
También favorece la cicatrización de
llagas, eczemas, quemaduras, dermatitis e infecciones cutáneas benignas, debido
a sus propiedades antimicrobiana, bactericida y antiséptica.
Además es un gran tónico digestivo,
ya que actúa como carminativo y antiespasmódico, es decir, ayuda a expulsar
gases. Neutralizan los cólicos y flatos producidos por una digestión
pesada o ingestión desmesurada.
Puede tomarse en forma de infusión o
vino caliente, como reconstituyente; en polvo, tintura, extracto líquido o
jarabes. Puede inhalarse, friccionar sobre la piel o utilizarse en el baño.
- Contraindicaciones
Sin embargo, es necesario tener en
cuenta una serie de precauciones: la esencia de lavanda puede producir
alergias y excitar el sistema nervioso central. Se aconseja no aplicar
aceites esenciales de lavanda por vía interna durante el embarazo, la
lactancia, y tampoco a niños menores de seis años, ni a quienes sufren
problemas gastrointestinales (gastritis, úlceras, colon irritable, etc.) o
padecen epilepsia, Parkinson u otras enfermedades neurológicas. El aceite
esencial puede provocar dermatitis en caso de contacto con la piel a personas
sensibles y en dosis elevadas es neurotóxico.
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